El sicario

«Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas».
(Mc 7,14-15.21-23)

Tiempo ha,
te presentaste
para mostrarme qué se interponía
entre yo y las mujeres.
Maté a mi padre.
No fue  impune, pues dejé de ser niño.

Después,
arrastraste cadenas ante mí
y maté un policía que llevaba muy dentro,
al fondo.
Hoy tengo conocidos en el cuerpo
y veo las cosas de otra manera,
no tan estricta.

Ahora vuelves,
muestras tus ojos de novillo
y señalas  con un círculo el mapa.
Preparo el arma contra Nestor
que arenga
<< nadie, pues, tenga prisa
hasta dormir
con la esposa, la hermana
o la hija del vecino>>.

En el futuro
seguiré asesinando a los  deiformes
que hieren de lejos,
desde muy lejos,
en este caballo de Troya.

Aquiles García Brito, Las Palmas de Gran Canaria a 3/septiembre/2012

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