LA AZOTEA
Te narro
que le tiré los versos por el piso
aunque los versos cogieron tensión,
como liñas, y se elevaron
y ¿qué tienen las liñas?
Sábanas grandes, sábanas muy blancas,
¿Qué las sábanas blancas sino nubes?
Las nubes que no viajan, sí,
siempre en el mismo sitio.
A la pregunta de cuál es el suyo,
te responderá una madre,
pero ¿dónde encontrar a una madre a estas horas?
En la azotea,
haciendo cosquillas a las nubes
tendidas en los versos, para que el hijo
aprecie la amplitud.
Las nubes nos hacen volar,
Así qué tirar los versos al bardo,
según confieso que hice,
es romper la cometa a un niño.
Y no valen excusas.
Cuando las nubes no se ven,
es porque la madre las ha doblado,
cuando no está la madre,
es porque Dios la ha recogido
en el barreño azul,
cuando dices no tener azotea,
porque hace inviernos que no subes,
cuando aseguras que ya no se tiende,
como diciendo la poesía ya no sirve,
que ya no vuelas
—todo lo más recorres pasillos aéreos
de otros cargado de equipaje —.
Insisto, los tiré
a modo de hebras por la pila,
creyendo acabar con la rabia,
pero él ocupa aún lo profundo
y se clava como una citación
ineludible.
Otro uno, reparto y localizaciones (NACE, 2014)
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